jueves, 24 de enero de 2013

El Informador


La paradoja CassezJueves, 24 Enero 2013 por Diego Petersen

Como al cuetero, fallara como fallara a la Suprema Corte le iban a chiflar. El caso Florence Cassez era, además de un tema de justicia, un asunto político y diplomático, con lo cual de lo único que no se iban a librar era de una buena rechifla. Más allá de eso la resolución deja un sabor agridulce, más tendiente a lo amargo, y  un montón de dudas sobre la justicia mexicana.

Hay quien sostiene que ayer se hizo justicia y que ayer era un día para festejar. Nada más alejado de eso. Lo que quedó claro ayer es que en México no se puede hacer justicia. La Corte estableció que a la ciudadana francesa no se le siguió el debido proceso porque no se le respetó la presunción de inocencia.  Esa, sostienen los que festejan, debería de ser una extraordinaria noticia para todos los mexicanos, pues la Corte nos está protegiendo de los abusos de autoridad de los policías, los policías ministeriales, los jueces y los magistrados que todos los días juzgan sin aplicar ese criterio básico de nuestras garantías. Si la justicia aplicara igual para los Cassez que para los Pérez, los Gómez, los Hernández, los González, el día de ayer las cárceles mexicanas habrían resuelto de golpe el problema de sobrecupo. Pero es claro que no es así. Hay decenas de miles de mexicanos que son detenidos y juzgados sin que se respete el debido proceso y que son exhibidos y vejados por los medios de comunicación en acuerdo y complicidad con las policías.

La señora fue juzgada y encontrada culpable de secuestro, porque había pruebas suficientes, en primera y en segunda instancia. Pero la Corte consideró que el debido proceso está antes que el juicio mismo. Aceptando que, por el bien de todos,  el debido proceso es el mínimo del cuál debe partir cualquier justicia, la siguiente pregunta es quién fue el responsable de violar las garantías procesales de la señora y qué castigo merece por haber evitado que se hiciera justicia. Para efectos prácticos esos señores(as) que no hicieron bien su chamba, o la hicieron mal, merecen el mismo castigo, por ejemplo, que quienes dejaron ir al “Chapo”, pues ayudaron a excarcelar a una delincuente.

No puede considerarse un buen día para la justicia mexicana porque la Corte envió dos mensajes sumamente confusos: el primero es que la forma aniquila el fondo. El gran problema con la justicia penal es que los jueces de primera instancia suelen aplicar este criterio en los casos en que no quieren problemas, principalmente en los de crimen organizado. Ahora lo aplicarán citando a la Corte. Segundo, que la justicia no es igual para todos. Hay en las cárceles muchos que no sólo no han tenido un debido proceso, sino que ni siquiera han tenido un juicio.

La paradoja Cassez es que algo que en principio deberíamos festejar, el derecho inalienable al debido proceso, es en realidad una gran muestra de la debilidad de la justicia mexicana.

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